jueves, 31 de marzo de 2016

Arte plumario en el Museo de América. Sombrero Cholón una muestra de Sincretismo cultural




Hipólito Ruiz López
Durante el siglo XVIII, en época de las colonias aumenta el interés científico. En España los estudios se centran principalmente en la investigación sobre la naturaleza y las nuevas culturas encontradas, por lo que se hace especial hincapié en el estudio de la botánica. Este interés se materializa en la realización de expediciones científicas durante la segunda mitad de siglo, a fin de analizar el panorama natural americano, Con Carlos III aumentan el número de expediciones, y en 1777 se organiza la Expedición Botánica al Virreinato de Perú con los botánicos Hipólito Ruiz López y José. A. Pavón como sus principales representantes.

La expedición parte de Cádiz en 1777 y en 1778 llega a Lima. Allí recolectan más de 8000 especies vegetales y semillas y realizan alrededor de 2000 dibujos botánicos. Los resultados de la expedición proporcionan unos materiales que en un principio fueron depositados en la Oficina de la Botánica y la Flora de Perú (adscrita a la secretaría de gracia y Justicia de indias) creada para organizar la publicación de una obra que expusiera los resultados de la investigación llamada “Flora Peruviana y Chilense”.

 La producción queda a cargo de José. A. Pavón, tras la muerte de Hipólito Ruiz López en 1816.  Pero Las dificultades económicas sufridas en la posguerra napoleónica frenan las publicaciones. Éste decide hacer frente a las dificultades vendiendo parte de la colección, por lo que queda dispersa, pero la colección principal se reparte en distintas instituciones. Los pliegos de Herbario y dibujos botánicos se trasladan al Real Jardín Botánico de Madrid. La mayoría de la documentación administrativa sobre la expedición y las piezas biológicas no botánicas se destinan al actual Museo de Ciencias Naturales y la colección etnográfica acaba en el Museo de América de Madrid.

Entre las piezas recogidas en la expedición, no solo se encuentran por lo tanto las pertenecientes al ámbito botánico, sino que asimismo se van recogiendo objetos que llaman la atención de los científicos y corresponden al ámbito etnográfico. Un ejemplo de ello es una pieza de arte plumario que se conserva en el Museo de América de Madrid. El sombrero Cholón.

Esta pieza pertenece al contexto cultural de los indios Cholones (Perú) un pueblo amazónico cristianizado por el padre Fray Manuel Sobreviela en el siglo XVIII. En el ámbito cultural de este pueblo destacan las manifestaciones de arte plumario, principalmente sobre base de fibra vegetal entrelazada. Los artistas plumarios alcanzaban un gran nivel de especialización puesto que las técnicas que ejecutaban eran variadas y muy enrevesadas, lo que hacía que fueran muy apreciados entre la sociedad.

Imagen
Sombrero Cholón
La pluma se relacionaba con lo sagrado, y con el poder, asimismo era una forma de distinguir a la nobleza. El colorido era importante, y además era un material comparable con la seda, por las propiedades de la pluma y por la dificultad de su manufactura. En tiempos coloniales el arte plumario no se frena, pero sufre transformaciones, y el sombrero cholón es una muestra de ello

La pieza es un ejemplo de la compleja manufactura de ese arte plumario ancestral. Sobre una base de fibra vegetal, y tras la selección de las plumas,  éstas se cortan, se anudan con hilos y se encolan para adherirlas posteriormente en hileras a la base. Pero lo que más llama la atención es la forma que toma el sombrero, que  recuerda a la tipología europea de ala circular corta y ancha propia de la cuenca mediterránea, y desconocida en América hasta la llegada de los europeos. Por lo que en una sola pieza se ven sintetizadas dos tradiciones culturales diferentes.

Este tipo de sombreros eran requeridos por las élites nativas comerciantes como un símbolo de distinción y de estatus social en la zona. Por lo que es probable que en el momento de la expedición,  y al mantener contacto en relaciones comerciales con los nativos, llamase la atención de los científicos, que lo recogieron y enviaron junto a otros objetos a España.



Por lo tanto este sombrero además de mostrar una parte del rico ámbito cultural de los nativos americanos también muestra el influjo de la cultura europea en las colonias, a raíz de la investigación y la cristianización de estas zonas. Un ejemplo del sincretismo cultural y de la pervivencia de las técnicas indígenas adaptadas al influjo de los nuevos tiempos y los colonizadores. 

Bibliografía: 

ELIÇABE, X. G. (2010). Arte plumario en América= Feather Art in America.Datatèxtil, (23), 46-55.


MUÑOZ, S. (2006). El Arte Plumario y sus múltiples dimensiones de significación. La Misa de San Gregorio, Virreinato de la Nueva España, 1539.Historia crítica, (31), 121-149.

Sombrero cholón, Museo de América de Madrid: http://www.mecd.gob.es/museodeamerica/coleccion/seleccion-de-piezas2/Etnolog-a/sombrero-cholon.html

Silvia Rico Martínez A1

jueves, 10 de marzo de 2016

La tradición llevada al coleccionismo: Los huevos de Fabergé.


Mandado crear el primero en 1885 por el zar ruso Alejandro III como regalo a su mujer María Fiódorovna con motivo de una de las fiestas más importantes dentro de la Iglesia Ortodoxa, la Pascua, la tradición mandaba cambiar tres besos y un huevo. Los huevos creados por Fabergé se convirtieron en una constante todos los años entre los zares rusos, ya que esta tradición fue continuada por su hijo Nicolás II, hasta que en 1917 la Revolución Rusa terminó con la familia Romanov. Hoy se pueden ver en museos y en colecciones privadas, en las cuales son un bien preciado, el más caro alcanzó en una subasta los 18 millones de dólares. Aunque no se sabe muy bien cuantos hay, se dice que se realizaron entre 69 para los zares, la aristocracia y la élite industrial y financiera.

Taller y tienda de Fabergé
Peter Carl Fabergé nació en San Petersburgo en 1846. Hijo de inmigrantes franceses, su padre practicaba el oficio de la joyería, en 1860 se retiró, y la familia se asentó en Dresden. Después Fabergé estudió en Frankfurt, viajó por Italia, Francia o Inglaterra, donde recibió nociones de joyería y en 1870 regresa a San Petersburgo, donde pasa a ser el responsable de la empresa familiar de la joyería que su padre había dejado en SanPetersburgo. Con una excelente reputación como diseñador, trabaja con piedras preciosas, semipreciosas y metales, y realiza diseños de diferentes estilos como ruso antiguo, griego, renacentista, barroco, Art Nouveau y el naturalista. 

En 1882 en la Exposición Panrusa de Moscú se pudieron ver algunas de sus obras, lo que le valió la medalla de oro. Desde entonces se le nombrará joyero oficial de la familia real. 

Obras destacadas: 

El primer huevo imperial (1885) mide 6,4 cm. Es la primera pieza realizada. Tiene el tamaño de un huevo normal, dentro de este primero, se encuentra otra versión en oro que alberga en su interior una gallina también realizada en oro y que destaca los dos rubíes que tiene por ojos. Pudo haber sido inspirado por una propiedad del padre de la zarina Maria Feodorovna, el príncipe Christian IX de Dinamarca. 


Huevo del Pamiat Azova (1891) mide 9,8 cm. Realizado para conmemorar el viaje alrededor del mundo que hizo desde 1890 hasta 1891 el heredero al trono Nicolás a bordo del Pamiat Azova. Realizado a mano en jaspe verde con un moteado rojo y azul, está decorado con volutas rococós en oro con diamantes, un gran rubí rojo flanqueado por unas volutas de platino forman el cierre. En su interior, se encuentra a modo de sorpresa, una réplica del Pamiat Azova, realizada por August Holling uno de los maestros del taller de Fabergé. La pequeña nave flota en un mar tranquilo color turquesa, tiene todo lujo de detalles minuciosos, como las chimeneas, los botes salvavidas o lo cañones, siendo una pieza única. 

Huevo imperial de la Coronación (1897) mide 12,7 cm. Regalado por el zar Nicolás II a la zarina Alexandra Feodorovna con motivo de su coronación en 1896. Al exterior utiliza la técnica del guilloché, (grabado superficial sobre metal que consiste en hacer dibujos de un modo repetitivo y simétrico) sobre el oro, y en cada punto se ve un águila bicéfala, símbolo imperial. En su interior nos encontramos con una réplica exacta del carruaje que tomaron los zares para la coronación, la puerta se abre para mostrarnos su interior, con un terciopelo rojo idéntico al original. El artesano George Stein, trabajador en el taller de Fabergé, tardó 15 meses en realizar esta obra maestra. 

Huevo del Kremlin de Moscú (1904) mide 36,8 cm. Conmemora el regreso de la familia imperial a Moscú en 1900, es el más grande de todos. está inspirado en la Catedral de la Asunción sobre el Kremlin de Moscú en este caso la sorpresa reside en que es una caja de música.








Huevo de Alejandro III (1910) mide 15,6 cm. Regalo de Nicolás II a su madre, para conmemorar la inauguración de una estatua del Zar Alejandro III a caballo. El huevo esta realizado en cristal de roca combinado con una estructura de platino, que deja abierta una especie de ventana, por la que se ve una réplica en oro de la estatua de Alejandro III que descansa sobre un bloque de lapislázuli. El huevo descansa sobre una base con querubines, que tienen engarzado un diamante de grandes dimensiones.


Huevo del III Centenario de los Romanov (1913) mide 18,6 cm. Regalo de Nicolás II a su esposa Alexandra. Al exterior un guilloché de oro cubre una superficie blanca, a su vez decorado por dieciocho retratos de personajes Romanov. En su interior, a modo de sorpresa, una bola del mundo con dos mitades, en una mitad muestra la extensión del Imperio Ruso en 1613 y en la otra mitad la extension del Imperio en 1913. El huevo es soportado por tres águilas bicéfalas con diferentes atributos como la espada, el cetro y un globo terráqueo.



Huevo Azul con serpiente (1887)
Perteneció a Grace Kelly, regalo 
de su esposo el príncipe Rainiero
 de Mónaco
De los estos 69 huevos, 52 eran de la familia imperial, ocho de ellos se consideran perdidos, solo los conocemos por fotografías. Otros diez están en el Kremlin, la reina de Inglaterra conserva tres y el príncipe Rainiero de Mónaco tenía uno. Hay cinco en el Museo de Arte de Virginia, tres en el Museo de Arte de Nueva Orleans y dos en el Hillwood Museum de Washington. La Fundación Edouard y Maurice Sandoz (Suiza) posee dos y The Walters Art Museum, en Baltimore otros dos.

Huevo Mosaico (1914)

Pertenece a la Familia
 Real Británica
La mayor colección privada de huevos Fabergé la tenía la familia Forbes. El patriarca de la familia Forbes, Malcom, reunió a lo largo de 30 años, 9 de los huevos imperiales, incluido el primero de todos, el regalo del zar Alejandro III a la Zarina. También contaba con el que se considera más valioso: el “huevo de la coronación”, regalo del zar Nicolas II a la zarina Alexandra en 1897 como celebración de su coronación.
En 2004 Victor Vekselberg, un industrial ruso adquirió los famosos huevos imperiales de la colección Forbes en una subasta en Sotheby’s en Nueva York, con la intención de que volvieran a Rusia.

Os dejo dos links para que veáis estas maravillosas obras de arte: 

El primero es el trailer que hace referencia a una película que se pudo ver el año pasado en Madrid, pero que yo no he encontrado por ningún lado: https://www.youtube.com/watch?v=I0wMERTZaTE

El segundo muestra algunas piezas tanto su exterior como su interior: https://www.youtube.com/watch?v=UUQW9TztA_A


BIBLIOGRAFÍA 

Pfeffer S., Fabergé Eggs. Masterpiece from Czarist Russia.
http://www.faberge.com/ consultado el día 09/03/2016

Marta de Juan Martín, 10 de Marzo de 2016.

martes, 8 de marzo de 2016

El Museo de América

El Museo de América

Desde el descubrimiento de América, el interés por conocer la realidad de este continente, genera la realización de expediciones y viajes, que aumentan la fascinación por los objetos procedentes del territorio americano. Éstos, acaban llegando a Europa y se distribuyen por colecciones reales y gabinetes.   

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Grabado Giuseppe Maria Mitelli del Museo Cospiano
Los gabinetes de curiosidades, (procedentes del siglo XVIII), tienen una pretensión acumulativa, ya que buscan recopilar todo el conocimiento del mundo y para ello recogen objetos de todo tipo (arqueológicos, naturales, y artificiales). La exposición de los objetos en estos gabinetes, se distribuye en una o dos salas, que acababan abarrotadas de piezas dispuestas en estantes, paredes y techos. Este tipo de coleccionismo compulsivo, aunque no se inicia con un interés científico, será el antecedente de los Museos de Ciencias Naturales. Algunos de los gabinetes más relevantes de los que tenemos conocimiento son, el Museo Cospiano, El Museo Wormiano o el Museo Ferrati imperato. 

  En España, hay noticias de un incipiente coleccionismo similar en 1572 cuando el virrey de Perú, Francisco de Toledo, propone a Felipe II la creación en su palacio, de un museo con manufacturas indígenas. Ya en el siglo XVIII, en 1752 Antonio de Ulloa viaja a América y crea el Real Gabinete de Historia Natural, y en 1771 Carlos III funda otro Gabinete Real de Historia Natural, que concentra las colecciones de Pedro Franco Dávila, y las piezas del gabinete de Ulloa.

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Estela de Madrid
  Se amplían los fondos de esta colección, a través de distintas expediciones que remiten los objetos encontrados a la Corona, por las reales órdenes de acopio, que demandan que se envíe a Madrid todos los objetos hallados en América.  Entre estas expediciones destacan, algunas de las primeras científicas y documentadas, como las excavaciones de las ruinas de Palenque (1785-1787), de las que se extraen piezas  relevantes para la colección, entre ellas  la Estela de Madrid,  la cual pertenecía a una de las patas del trono de Pakal en Palenque. Otras expediciones importantes, serán los viajes exploratorios al estrecho de Magallanes (1785-1789), o la Expedición Malaspina (1788).

Durante el siglo XIX distintos sucesos como la independencia de las colonias y la invasión napoleónica, hacen tambalear la situación política española, por lo que se paraliza la actividad de recopilación del Gabinete, que se centra en la investigación sobre zoología y otras ciencias, y acaba convirtiéndose en el Museo de Ciencias Naturales.

En 1867 se crea el Museo Arqueológico Nacional, donde se plantea trasladar las piezas etnográficas y arqueológicas del Gabinete de Carlos III. Durante su construcción, los objetos se depositan en el Casino de la Reina en 1871, y finalmente se trasladan al Museo Arqueológico en 1895, cuando se inaugura su exposición permanente. En estos últimos años del siglo el interés por América se renueva, y se intentan centralizar e impulsar las donaciones de las colecciones repartidas por distintas instituciones y particulares. También se realizan las primeras publicaciones científicas sobre las colecciones americanas, como en la Revista Museo Español de Antigüedades, y se exponen los objetos. 

Montaje de una de las salas del Museo de
 América en el Museo Arqueológico
entre 1942 y 1962.
En 1935, se realiza una exposición en el Museo Arqueológico Nacional sobre arte Inca, con la colección de Juan Larrea. Ésta, impulsa que durante el Congreso Internacional de Americanistas, realizado en Sevilla el mismo año, se acordase el apoyo a la creación de un Museo Americano. Durante los años de la Guerra Civil, desde el gobierno se mantiene la intención  de crear este museo. Sin embargo aunque en 1937 se proyecta el Museo-Biblioteca de Indias, y en 1939 el Museo Arqueológico de Indias, ninguno de ellos se llega a realizarse. Finalmente será en 1941 cuando se decreta la creación del Museo de América, cuya colección se formaría con las piezas etnográficas y arqueológicas americanas recogidas en el Museo Arqueológico Nacional.

Proyecto para el Museo de América
La búsqueda de una sede independiente y adecuada para las colecciones, provoca finalmente, que se cedan unos terrenos de la Ciudad Universitaria para la creación de un edificio, de nueva planta, destinado al museo. Mientras se construye,  el Museo de América se inaugura en 1944 en el Museo Arqueológico Nacional y no será hasta 1962 cuando se empiezan a trasladar las piezas al edificio actual, que se inaugura finalmente en 1965.  A pesar de contar con su propia sede, el edifico del Museo de América se destina parcialmente a otras instituciones, como la parroquia universitaria, el Museo de Reproducciones Artísticas o el Instituto y la escuela de Restauración. 

 En 1981, el Museo se cierra por reformas y se desalojan las distintas instituciones cobijadas en él. Finalmente queda habilitado por completo como Museo de América entre 1993, y se establecen las salas de colección permanente, donde se organiza la colección en temas monográficos que comprenden, El conocimiento de América, La realidad de América, La Sociedad, La Religión y La Comunicación. 

Fuentes:
CARRO, M. P. C: "El Museo de América." Anales del Museo de América. No. 1. Museo de América, 1993. 

                                                                                                            Silvia Rico Martínez A1

domingo, 6 de marzo de 2016

El Museo Arqueológico Nacional de Madrid

En 1830, varias instituciones y academias crean la idea de un museo de Antigüedades, reuniendo las obras de gabinetes que tenía repartida la corona, recopilando así una serie de antigüedades sin ningún contexto arqueológico.  La muerte de Fernando VII frustraría la materialización de esta idea, pero sin duda tuvo gran importancia la existencia de estos gabinetes y colecciones de antigüedades para la posterior creación del Museo Arqueológico Nacional.
Palacete del Casino de la Reina 

El museo tuvo su origen sobre papel el 20 de marzo de 1867 en el Casino de la Reina. Esta posición de dicho museo iba a ser temporal mientras se terminaba de construir el Palacio del Paseo de Recoletos, pero esta estancia se prolongo veintiocho largos años.  Este Casino de la Reina había sido desvinculado del Patrimonio de la Corona dos años antes por Isabel II, quién tendría gran importancia en la influencia de la creación de dicho museo. Debido a la revolución de 1868 con la que se vio afectada el museo, no sería hasta el 9 de julio de 1871 cuando se realizaría la solemne inauguración presidida por el rey Don Amadeo I (1845-1890).

Las primeras colecciones que empezaron a formar parte de este museo provenían de la Biblioteca Nacional, el Museo Nacional de Ciencias Naturales, la Escuela Superior de Diplomática, la Academia de San Fernando y otros organismos públicos.  Hay que destacar entre ellas, la colección monetaria y clásica de la Biblioteca Nacional y  por parte del Museo Nacional de Ciencias Naturales la colección de objetos arqueológicos americanos, aunque tenía una variadísima colección con materiales provenientes incluso de China y Japón.  Por supuesto, a todo esto se añadió las donaciones de particulares a las que se animaba ya en el Decreto fundacional del Museo, la labor por parte de las Comisiones Científicas y de Conservadores en la búsqueda de piezas y las piezas llegadas de expediciones.

Una de las salas de México en la Exposición
Histórico-Americana
de 1898

Aprovechando las Exposiciones conmemorativas del IV Centenario del Descubrimiento de América, se empezaron a trasladar al actual ubicamiento del  Museo Arqueológico Nacional piezas para las diferentes exposiciones internacionales, entre ellas la sección etnográfica para la Exposición Histórico-Americana de 1898. La instalación completa del Museo en el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales se realizó en 1893, con un espacio menor del que se había acordado en un primer momento y teniendo que compartir el edificio con la Biblioteca Nacional. Así pues se intentaron distribuir las colecciones de la forma más ordenada posible, en un edificio que poseía dos patios techados (romano y árabe), con quince salas en la planta baja y trece salas en la planta segunda. Se aprovechó también la decoración que Arturo Mélida había realizado para la Exposición Histórico-Natural y Etnográfica, ambientando así las salas según su temática.

Patio Árabe en 1895











Sala Antigüedades egipcias en 1917


Hacia 1933 se realizaron una serie de remodelaciones en el museo, buscando un sentido más funcional y más moderno, y creando pavimentos, muros y techos acordes con los objetos exhibidos, así mismo se buscaba el interés del pueblo medio y no solo del erudito, por ello se disminuyeron las piezas exhibidas.
  
En la Guerra Civil las salas se protegen creando un andamiaje, lo que provocó que la decoración ambiente se perdiera. Además entre 1938 y 1939 el museo fue saqueado y algunas colecciones desaparecieron. El periodo de posguerra se caracterizó por la reconstrucción y una sensación de provisionalidad debido entre otras cosas a la creación del Museo de América (inaugurado en 1944) que se mantendría en una parte del Museo Arqueológico temporalmente, y por otra parte de unas obras en las instalaciones, sobre todo en los patios, que se mantendrían paralizadas por falta de presupuesto hasta 1951, empujando así a crear un museo abreviado. A pesar de estas circunstancias, en 1943 se realiza una exposición de apertura del museo, con gran importancia por la devolución de la Dama de Elche.

Patio Romano en 1957
Se prosiguieron con las obras a partir de 1952 buscando un prestigio político-científico debido al IV Congreso Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas que se celebraría en Madrid. A lo largo del siglo XX, el museo recibió piezas donadas por parte de particulares, de expediciones arqueológicas, o intercambios y compra de piezas. 

A partir de 1968, se realizaran de nuevo cambios en el museo, ampliándolo al máximo del recinto, reinstalando todas las colecciones con nuevos conceptos museográficos, y realizando gran número de actividades de difusión como exposiciones temporales, publicaciones, conferencias, etc.  Todas estas remodelaciones en el museo supondrán la perdida de la idea inicial y arquitectónica del museo, no siendo hasta la reforma del 2013 cuando se recupera parte de ella con los patios. 

Mónica Requejo, 06 de Marzo de 2016



Fuentes:

POUS, M. (coord.) (1993): De Gabinete a Museo: tres siglos de Historia. Catálogo de la exposición en el MAN, Madrid.


miércoles, 2 de marzo de 2016

El coleccionismo de Rodolfo II


Rodolfo II retratado por 
Alonso Sánchez Coello 
pintor de corte de Felipe II
El emperador extravagante, así se conoce a Rodolfo II de Habsburgo (1552-1612), sobrino del monarca español Felipe II, el cual ocupó parte de su vida al coleccionismo, siendo uno de los mejores ejemplos de mecenas del Renacimiento.

Educado en la corte española desde los 11 hasta los 19 años, de su tío adquirió un rasgo positivo, el amor al arte el cual antepuso antes de sus obligaciones políticas o militares. Se cuenta que llegó a reunir 3000 obras de arte, creando en Praga una de las Cámaras de Maravillas o Wunderkammern más grandes de la época, superada únicamente por Fernando del Tirol en el Ferdinandeum de Ambras. Entendiendo Wunderkammern como lugares de reunión donde se acumulaban y exponían objetos procedentes de la naturaleza, obras de arte, curiosidades, instrumentos matemáticos y objetos en los que se mezclan la magia y la ciencia, siendo además una imagen del poder de los monarcas y príncipes, y de sus gustos y tendencias artísticas.

Maximiliano II y su familia
Giussepe Arcimboldo
Para entender la formación de la colección de Rodolfo II de Habsburgo, es imprescindible conocer algunos aspectos de su vida y personalidad. Hijo del emperador Maximiliano II de Habsburgo y María de Austria y Portugal, hija de Carlos V. De carácter débil y excéntrico fue muy aficionado a la alquimia, a la astrología y a la magia negra, viviendo siempre en un contexto de gran vida social, cultural e intelectual, rodeado de colecciones traídas de todas partes del mundo.

Proclamado emperador en 1576 hasta 1583 establecerá su residencia en Viena, hasta que ese año finalmente la fijará en Praga, convirtiendo a la ciudad en uno de los grandes centros culturales. Fomentó las artes, sobre todo la pintura, reuniendo a los mejores artistas de la Europa manierista como Hans von Aachen, Bartolomeo Spranger y el escultor Adrian de Vries.

Tanto en Madrid como en Viena, Rodolfo había aprendido el gusto por el lujo, las artes plásticas y el interés por la ciencia. Pero tuvo serios problemas para gobernar, dado su escaso nivel de inteligencia y su inestabilidad psíquica que le dificultaron la toma de decisiones. Tras fracasar en política y en su vida personal inicia un autoaislamiento, que le lleva a refigurarse en sus colecciones y excentricidades, entendiéndolas como objetos de recreación y divertimento así como un medio de afianzar la grandeza de su autoridad. Dentro de este coleccionismo es destacable el papel de los embajadores, los cuales le informaban del descubrimientos de objetos raros o de los asuntos relacionados con el interés del emperador por comprar algún objeto concreto. Adquirían todo tipo de obras procedentes de Europa y África, principalmente de las cortes italianas y españolas e igualmente actuaban de intermediarios entre los artistas y el emperador.

En su colección había obras de grandes maestros del momento como Leda de Correggio y pinturas de otros maestros europeos como Rafael, Tiziano, Leonardo, el Bosco o Cranach, pero igualmente se interesó por la escultura contemporáneo con bronces de los hermanos Leoni o de Giambologna. Sin embargo es de destacar la figura del pintor de corte, Giuseppe Arcimboldo que había trabajado anteriormente para Maximiliano II, es el artista más original de la corte rudolfina y el que gozó de mayores privilegios. Su universo pictórico se adaptó perfectamente al ambiente artístico y mágico de la corte y a la personalidad del emperador; tuvo mucho que ver en la creación del gabinete de curiosidades de Rodolfo II. Es de destacar sus cuadros fantásticos compuestos de flores, animales, verduras y objetos, entre los que más destacada es el Vertumno que representa el retrato de Rodolfo II como dios de los huertos como una alegoría de la autoridad y voluntad de gobernar del emperador, pretende enaltecer la figura de Rodolfo como emperador, porque todo lo que proviene de la naturaleza es digno de admiración.


Rodolfo II como Vertumno
Giussepe Arcimboldo (1590)
Retrato de Rodolfo II
Joseph Heintz el Viejo (1594)














Corona Imperial de Rodolfo II 
(1602)
También es destacable la figura de Hans van Vermeyen contratado para la realización de la corona de Rodolfo II (1602), es una de las mejores joyas de colección tanto por el valor artístico, el material y el iconográfico representando el cambio de sus últimos años de reinado cuando se produce la ruptura política con la corte de Madrid; está formada por una sucesión de perlas, esmaltes y complicados engarces de diamantes y rubíes, que se rematan con un gran zafiro sobre la cruz; y cuatro relieves que representan al emperador como héroe, rey y militar.


La característica más destaca del coleccionismo de Rodolfo II, es la atracción y curiosidad que éste sentía por la naturaleza, lo científico y lo irracional. Se interesó por la naturalia, las joyas y piedras preciosas, así como por los materiales exóticos, rompiendo con el gusto y la estética iniciada por su padre. Uno de los grupos más valiosos de la colección, son los que conforman las joyas y objetos preciosos, su interés radicaba en su valor económico y en la rareza y originalidad casi exclusiva de sus diseños. Entre las joyas que se enviaron desde la corte española destacan los regalos que hicieron Felipe II y la emperatriz María cargados de fuerte sentido familiar y dinástico, algunos de los más destacados son la Jarra de Jaspe, realizada por Paul van Vianen y una copa realizada sobre un cuerno de rinoceronte.
Copa de Neptuno (1590) hoy conservada en el Museo Lázaro Galdiano

Sin embargo el grupo de bezoares es el que resulta más curioso, tanto por la riqueza de los materiales como por su rareza, ya que se tratan de unas piedras o formación calculosa que se encontraba en el estómago de mamíferos, a la que se atribuyeron propiedades curativas. Este tipo de piezas se convirtió en casi una obsesión para Rodolfo II, el más destacable es el bezoar español de llama peruana con leones y rubies peruano, realizado entre 1560 y 1575.

Bezoar
Junto a estas piezas se exponían un sin fin de objetos curiosos y raros como cuernos, dientes, huesos, relojes, paisajes o pieles de animales raros, un ejemplo es el cuerno de rinoceronte adornado en España o Portugal con filigranas de oro, rubíes y perlas, que adquirió la emperatriz María y que regalo a su hijo en 1582.

 Decir que todas estas rarezas y objetos se acumulaban y se disponían desordenadamente a lo largo de cuatro habitaciones de su palacio de Praga sin una metodología museística, como se recoge en el diario de viaje de una embajada de Weimar en Dresden en 1654. Usaba cajas, denominadas almare en el antiguo inventario para los objetos de pequeño formato, arcas y mesas para exponer piezas mayores y/o guardar simplezas en sus cajones, asi como de las paredes colgaban todo tipo de cosas llamativas.

Para concluir diré que una de las vías para conocer la personalidad del emperador Rodolfo II es el estudio de su Wunderkammern en la que se refleja su gusto y personalidad; esta última se vio muy marcada por la corte española y por el legado de su padre Maximiliano II.

BIBLIOGRAFÍA
Jiménez Díaz, P., El coleccionismo manierista de los Austrias. Entre Felipe II y Rodolfo II.

García Ramos, M.D., Rodolfo II de Praga como mecenas y coleccionista: la formación del gusto.

Marta de Juan Martín, 02 de Marzo de 2016